![Marcos Peña El jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, durante su informe de gestión ante el Senado, donde pidió solidaridad con el pueblo venezolano. Foto: NA.](http://cdn.urgente24.com/sites/default/files/notas/2017/04/25/marcos-pena-senado-baril-2017.jpg)
CIUDAD DE BUENOS AIRES. Si el objetivo era polarizar, la Administración Macri tenía delante suyo la verdadera polarización, que consiste en la recuperación de la reciente historia argentina real, que no pasa ni por la beatificación de los guerrilleros ni la reivindicación de los torturadores, pero sí se trata de cerrar una de las mil grietas que acumula la sociedad que pretende gobernar Mauricio Macri.
Sin embargo, no siempre los gobernantes son políticos ni los que afirman ser políticos son gobernantes. Lo más grave ocurre cuando son gobernantes quienes ni siquiera son políticos. Ya ocurrió con Eduardo Duhalde, quien pasará a la historia por haber ido con raqueta de paddle y vestimenta deportiva a la reunión inaugural del Pacto de Olivos en la residencia de Dante Caputo, utilizada por Carlos Menem y Raúl Alfonsín para el encuentro. Años después, Duhalde fue el promotor de Néstor Kirchner para vengarse de Menem por aquel engaño en el que hizo el ridículo, y terminó derrotado y vilipendiado por su propio kirchnerismo. En 2017, ya un hombre mayor y sin inserción en el peronismo, junto a Gerónimo Venegas piden el voto para Macri.
Duhalde siempre fue un devoto adorador de las encuestas de opinión pública, en cualquiera de sus formatos, y así le fue: sólo pudo ser Presidente a través de una excepcional conmoción social, y en la conmoción siguiente anunció que se marcharía antes del plazo estipulado.
¡Ah, las encuestas... ! Le dan contenido a la gente que carece de criterio, de iniciativas y de audacia para ejecutarlas. Entonces Jaime Durán Barba exhibe los números o de Isonomía o de Poliarquía o de Rodrigo Lugones, o de todos ellos juntos; así explica que la opinión pública se encuentra en contra de la impunidad, y acto seguido Germán Garavano (¿saben cómo le dicen en Comodoro Py al ministro de Justicia de Macri? "Segundo Sanz", porque dicen que Ernesto Sanz es el verdadero ministro. El muchacho es el hazmerreir) cuestiona el fallo de Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz interpretando el 2x1 vigente al momento de la comisión del delito. También recibe encuestas Marcos Peña, e irrumpe con una directiva similar, demostración que de política entienden poco, todo pasa por acomodarse en la foto de la opinión pública. Con un criterio similar podría haber defendido el golpe de Estado en 1976, que apoyaba casi toda la opinión pública; o la aniquilación de los guerrilleros que ordenóÍtalo Luder apelando a su rol constitucional.
Sergio Massa también lee encuestas, y se sumó, perdiendo la posibilidad de diferenciarse para rescatar de la abulia su campaña política 2017. Así, Peña y Massa terminaron coincidiendo con Cristina Fernández de Kirchner, quien promete movilizaciones contra el fallo de la Corte Suprema, algo que habrá que ver cuándo y cuánto se cumple considerando que las causas judiciales por corrupción de los kirchneristas comienzan a llegar al colectivo en el que, según el diario Página/12, emerge una 'nueva mayoría'.
Sin embargo, volvamos al comienzo:¿qué significa polarizar para la Administración Macri? Es tan trivial la muchachada del PRO que le llaman polarizar a escribir en Twitter contra el kirchnerismo. 140 caracteres y los chicos amarillos eyaculan felices. 280 caracteres y ya tienen una orgía. No conciben que polarizar es ir al fondo del relato kirchnerista que tuvo en la falsedad histórica un capítulo importante para la construcción del ladriprogresismo. De pronto es posible descubrir que la polarización les queda grande, y terminan coincidiendo con Estela de Carlotto y Horacio Verbitsky, sin mencionar que ni siquiera tienen un discurso unificado porque de cada 4 funcionarios nacionales, hay 3 opiniones diferentes sobre el fallo de la Corte Suprema, fundamentado meticulosamente en el contenido de la legislación.
Es tan ridícula la reacción de Marquitos, el hijo de Félix, que termina coincidiendo con Justicia Legítima y los fiscales de Alejandra Gils Carbó, a quien desea expulsar de la Procuración General. De pronto, el jefe de Gabinete de Ministros de la Nación coincide con quien aún debe ser juzgada por Sueños Compartidos (Hebe de Bonafini, coprotagonista del negocio de los derechos humanos).
¿Y qué sucederá con otro tema que avanza velozmente en la Corte Suprema, que se refiere a la legalidad del aborto?¿Acaso el Ejecutivo Nacional cuestionaría a los jueces que, interpretando rigurosamente la legislación vigente, podrían discrepar con la dispendiosidad ladriprogre para esa interrupción del embarazo? Sin duda, acerca del aborto para todas también le correspondería al PRO dar la batalla de la polarización que tanto anhela en el electoral 2017.
Hay funcionarios que ya encargaron encuestas, buscando las respuestas acerca de qué dirán, preocupados por decir algo que simpatice con lo que las encuestas les cuentan que opina la mayoría de la gente, que ni siquiera conocen precisiones de cómo se hace un aborto pero les fascina opinar sobre cualquier cosa: el River Plate vs. Boca Juniors o los misiles de Corea del Norte.
Algo más: el contenido de las leyes no puede ser modificado por una opinión caprichosa. Si al Ejecutivo Nacional o al Legislativo no les simpatiza un texto, lo aconsejable es modificarlo porque tienen esa potestad, pero no es ni justo ni ético ni moral ni institucional ni constitucional exigirle al Judicial que interprete las leyes según el parecer de un gobernante que, a la vez, no se atreve a modificar el contenido de la norma jurídica.
Entonces, si Cristina Fernández de Kirchner y su gente tenían un determinado enfoque sobre los juicios por lesa humanidad, tuvieron 12 años para modificar el Código Penal en los artículos específicos, estableciendo el criterio específico. Pero si no lo hicieron, es grotesco que ahora cuestionen a la Corte Suprema cuando falla según la legislación vigente. Y muy cuestionable el desconocimiento de la Administración Macri acerca de qué sucede en profundidad con estas cuestiones, de manera tal que debe recurrir a las encuestas para llegar a una opinión. Pero es la Argentina 2017, y no hay otra.